Puse el grito en el cielo, Tu ya te habías ido. No pude decir adiós, Tu mejilla se fue sin un beso mío. El dolor que siento Ni el tiempo lo cura. Mi ángel eterno, El adiós que jamás podré decir.
Me encontré en un parque recostada en el verde del pasto. Se sintió como un colchón hecho de paz y a la vez con algo de soledad. El sol radiante como suele ser y el cielo con un azul tan intenso que me hacía mal a la vista para mirarlo directamente. Me encontré con la simpleza de un libro, con un autor que ya lleva más de dos décadas muerto y cientos de historias que valen la pena contar. Una simpleza incomparable.